Monólogo

¿Coalición política o Alianza electoral?

Hago una pausa en las entregas de mi serie Plan de País para abordar la coyuntura. Lo hago muy a mi pesar, porque los temas fundamentales para que nos desarrollemos como país y sociedad no deben postergarse.  Los acontecimientos recientes me obligan a hacer algunas reflexiones personales y propias sobre el estado actual de la oposición que quiero compartir.

El sábado pasado, en Matagalpa, después de una reunión con representantes de 13 municipios de ese departamento, conversé con un empresario y veterano de la política nicaragüense. A sus 84 años me compartió algunas anécdotas interesantes de políticos criollos. Después de un rato de historias, llegó al punto. “Mira, ustedes deben unirse. Porque como decía mi amigo, el doctor Emilio Álvarez Montalván, esta lucha contra la dictadura es pleito de perro grande”. Dicho esto se despidió y se fue caminando muy sereno a pesar de su avanzada edad.

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Me gustó la expresión.  Para alcanzar ese tamaño grande que necesitamos para esta lucha, tenemos que unirnos. Es fundamental que todas las organizaciones opositoras hagamos un alto en el camino para reflexionar. Analicemos si la forma en la que estamos haciendo las cosas es la correcta; y particularmente, para zanjar nuestros puntos de vista.  Hemos caído en posicionamientos públicos que no ayudan. No por ser inválidos, sino por la forma en la que los expresamos.

Abandonemos la mentalidad perdedora

Debemos hablarnos como hermanos de lucha.  Estamos ante contrincantes que han mostrado de lo que son capaces de hacer.  Tenemos que estar conscientes de que nos vigilan y persiguen y que ellos aprovechan cualquier detalle para manipular y decir que no somos capaces de cohesionarnos.

Irónicamente, los señalamientos entre opositores los ha generado la propia Coalición Nacional. El espacio que compartimos lo hemos querido defender, incluso algunos aprovechados han querido ganar terreno a costa del otro. Esa es una mentalidad perdedora, típica de la vieja forma de hacer política. La Coalición Nacional, que debía ser la plataforma de unión, la han utilizado como vitrina donde afloran diferencias o peor aún para recolocarse en la política sin asumir las nuevas formas de hacer política.

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Algunos ven a la Coalición como una de esas plataformas de camión que se usan de tarima en concentraciones políticas, sin barandas y con espacio reducido. Entonces los que estamos arriba no queremos que nadie más suba; y si podemos darle un  empujoncito al que tenemos al lado, lo hacemos. Pues si se cae no me afecta.

No desilusionar

Traigo esta ilustración porque me cuentan que literalmente así pasó en 1990, en una manifestación de la UNO, donde la cosa terminó a golpes. A pesar de esos pleitos, la UNO obtuvo un triunfo excepcional porque la gente los apoyó.  Aquí no hay tarima, no agarremos vara, en realidad estamos metidos en la pantalla de un teléfono o de un televisor y le estamos presentando al pueblo una aburrida, lejana y desgastante telenovela.

Nuestra audiencia es la población, una parte está desilusionada ante el conflicto y la falta de unidad. Pero a la otra, a la más numerosa, le importa un pito la novela. Está demasiado ocupada luchando por sobrevivir económicamente y físicamente.  No le estamos dando esperanza al pueblo. Para dársela, debemos comportarnos a la altura del momento.

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"Debo admitir que nos adelantamos al impulsar un proyecto entre organizaciones demasiado diferentes, con mentalidades y objetivos distintos.  Desafortunadamente, las diferencias salieron a luz cuando estábamos a solas en un salón y con compromisos públicos. Nos apresuramos por la barra que decía ¨únanse ya, ya, vigores dispersos, ¿qué esperan?¨ y pues nos unimos sin conocernos".

Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de la Alianza Cívica

Enderezar el barco

La unidad requiere de diálogo interno y al pan le faltaba horno. Viendo hacia adelante para enderezar el barco a rumbo más sereno, propongo:

  1. Firma de un pacto interno de no agresión.
  2. No descalificar a nadie en público. Cuando haya diferencias resolverlas de manera madura. Llegar a acuerdos escritos, preferiblemente con terceros como garantes.
  3. Evitar filtraciones, porque son actos desleales y antiéticos. Un código de ética ayuda, pero como es obvio, no detiene a la gente de cometer estos actos desleales.
  4. Elaborar un Plan de País que le muestre a los nicaragüenses que hará la oposición por ellos cuando gobierne.  Este plan deberá ser ampliamente compartido y consensuado con la población.
  5. Rediseñar la Coalición Nacional desde su base para conformar una concertación o alianza electoral de organizaciones enfocadas en:
  • La liberación de los presos políticos
  • La restitución de las libertades públicas
  • Acciones de presión conjunta y
  • Promover reformas electorales para participar juntos en las elecciones, pero que esta participación esté condicionada a la creación de las condiciones requeridas

Esto supone un nuevo balance de actores y crear puentes para mejorar las comunicaciones y las coordinaciones.

Esta concertación no significa desechar la Coalición, que fue diseñada como una estructura burocrática pesada. Me refiero a una concertación más funcional, más liviana y que se estructuraría para la contienda electoral, después que se aprueben las reformas electorales consensuadas.  Es decir moverse de una plataforma política como se pensó la Coalición, a una concertación que se parezca más a una alianza electoral.

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Lo importante no es seguir concentrando los esfuerzos en formalidades funcionales. Sino en definir la estrategia para acabar con la dictadura, aprovechando las destrezas de cada organización, para así construir esa concertación fuerte, valiente, con iniciativa y tamaño grande, que es lo que se requiere para esta lucha.  Debemos entonces comprometernos  con esa lucha hacia el cambio democrático, en paz, libertad sin presos políticos ni exiliados.  Por eso es que es importante la unión máxima de la oposición democrática en torno a un proyecto de país con objetivos compartidos.

Texto original en el blog: https://juansebastian.ch/

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Juan Sebastián Chamorro

Soy director ejecutivo de la Alianza Cívica por Justicia y la Democracia. Del 2014 al 2019 dirigí Funides. También fui director de la Cuenta Reto del Milenio en Nicaragua. Tengo una licenciatura en economía de la Universidad de San Francisco, un máster en economía de la Universidad de Georgetown y un doctorado en economía por la Universidad de Wisconsin, Madison.

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