Monólogo

¿De verdad no triunfó la Rebelión de Abril?

Hace poco, Carlos F. Chamorro preguntó a un panel de destacados miembros de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) y la Alianza Cívica ¿Por qué no triunfó la Rebelión de Abril?.

Me llamaron a reflexión sus respuestas, porque esta inquietud refleja la frustración que compartimos muchos de los que participamos en las marchas, incluyendo la Madre de las Marchas del 30 de mayo. ¿Pero, de verdad no triunfó la Rebelión de Abril?

Fue sorprendente el espontáneo levantamiento popular, e irracional la respuesta brutal del Gobierno Ortega-Murillo, violando derechos humanos y cometiendo crímenes de lesa humanidad denunciados y documentados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y organismos de Derechos Humanos (DHH). Pensamos que la caída del régimen se produciría en unas cuantas semanas, sino días.

Las redes sociales aportaron múltiples imágenes y videos de los atropellos y crímenes contra los jóvenes y estudiantes. Las opiniones, análisis y predicciones de los nuevos protagonistas políticos, daban por hecho que el régimen se tambaleaba y estaba pronto a caer.

“Ortega y Somoza son la misma cosa”, “Eran estudiantes, no eran delincuentes”, “Cuál es la ruta…” éstas y otras consignas surgieron, esperanzados tras años de indignación frente a un régimen que se apropió y corrompió a todos los poderes; ahora asesinaba a un pueblo indefenso a vista y paciencia de la Policía y el Ejército, a través de su fuerza parapoliciales y fuerzas de choque.

Vimos con horror la perversa masacre con que fueron desmantelados los tranques, cuando el régimen decidió “ir con todo” ocasionando el exilio de miles de compatriotas.

Pensamos que lograríamos derrocarlo, con las miles y miles de banderas azul y blanco y todo un pueblo volcado a las calles. Viéndolo en perspectiva, mejor que no logramos en ese momento la renuncia del dictador, porque la oposición no estaba preparada.

El proceso ha sido más lento de lo que hubiéramos deseado. Son 40 años de control partidario de Ortega (y Murillo). En una rebelión no armada, la única opción es la vía democrática con verdaderas elecciones. Por tanto, el reto es ir unidos a esas elecciones, para derrotar a Ortega como en 1990.

Aún sin liderazgos individuales, la oposición logró articular por amplio consenso su propuesta de reformas electorales que define las condiciones para tener cierta garantía electoral, si va acompañada del cambio de Magistrados y Observación de organismos y funcionarios calificados. También se cuenta con una hoja de ruta que pasa por la consolidación de la Alianza Cívica, demandando cese a la represión, liberación de los presos políticos y restauración de libertades.

El apoyo internacional de la Organización de Estados Americanos (OEA), Estados Unidos y el excepcional trabajo de la CIDH al denunciar y documentar los crímenes, han sido clave para lograr el apoyo del mundo entero, y por ende los innumerables reveses que ha sufrido el régimen en su intento de instalar una narrativa de golpe de Estado que no ha tenido eco ni diplomático, ni en los medios de comunicación Internacionales.

La conformación de la Coalición Nacional como interlocutor político a la cabeza de la oposición, ha tenido sus contratiempos, pero va avanzando. Si hubiéramos logrado salir de Ortega en las primeras protestas, habría sido desastroso, ya que los opositores eran grupos auto-convocados encabezados por los estudiantes, organizaciones de la sociedad civil, campesinos, la iglesia, y las cámaras empresariales del sector privado. Los protagonistas no se conocían, nunca habían trabajado juntos. Habría sido un enorme revés un gobierno de transición con actores desarticulados.

Los medios de comunicación independientes, también han jugado un papel fundamental para desmontar la narrativa del supuesto golpe de Estado, a un costo muy alto de confiscaciones y robo descarado de equipos, encarcelamiento, tortura y exilio de destacados periodistas, que han tenido que decidir por su vida e integridad de sus familias.

La libertad de escribir cualquier cosa en las redes sociales, al principio de la rebelión jugó un rol determinante para la denuncia y documentación de los atropellos. Con el tiempo se ha convertido en un ejercicio de libre albedrío, donde surgen múltiples promotores y detractores de cualquier figura o idea, lo que contribuye a generar incertidumbre.

La multiplicidad de voces, las noticias falsas divulgadas por grupos de especialistas pagados por el régimen, y el llamado “fuego amigo”, en el que la mayoría de “opinadores” quieren generar opinión amparándose hasta en el anonimato, ponen el debate de las redes sociales sobre la mesa, en donde nadie tiene la última palabra.

A diferencia de la Unión Nacional Opositora (UNO) de 1990 que la conformaron 14 partidos en unas pocas semanas y pasó inmediatamente a una campaña de pocos meses, la unidad de la oposición actual lleva dos años de gestación, con un proceso electoral de fecha y condiciones inciertas.

Es muy arriesgado predecir cómo va a evolucionar la situación, pero no podemos obviar que los nicaragüenses hemos hecho todo lo que se necesita para salir de esta dictadura a nivel interno.

Si la presión internacional combinada de los organismos multilaterales, aislamiento diplomático, sanciones, más el derrumbe inminente de la economía obliga a Ortega a negociar brindando condiciones de reformas electorales y convocatoria a elecciones, tenemos un chance.

Si esas condiciones se cumplen ganaremos por amplio margen, porque a diferencia del 90, cuando Ortega estaba seguro que ganaba, esta vez (con elecciones limpias) está seguro que pierde. Tengamos paciencia y confiemos que a pesar de la lentitud con que creamos que ha avanzado el proceso, el triunfo sobre esta dictadura está más cerca que nunca. Si salimos vivos del Covid-19.

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Ernesto Robleto Falla

Consultor experto en comunicación política y publicidad. Miembro del equipo de campaña de VBCh. que derrotó a Ortega y el FSLN en 1990, Vice Ministro de Telcor y Director de Información y Prensa de la Presidencia de 1990 a 1993. Experiencia en Consultoría Política como miembro de OCPLA (Fundación Konrad Adenauer) atendiendo y analizando elecciones en Perú, Chile, Argentina, México, El Salvador y Honduras entre 1994 y 2000. Participación en Nicaragua en formación de partidos y candidatos; campañas políticas presidenciales, legislativas y municipales entre 1996 y 2011.

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