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Ortega y Murillo quieren capear el temporal»

Daniel Ortega y Rosario Murillo quieren capear el temporal

Eduardo Enríquez

@GuayoPeriodista

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Ortega y Murillo saben que si ellos se atrincheran suficiente tiempo, más temprano que tarde la atención de la comunidad internacional se centrará en otro punto. La Alianza Cívica no puede seguir dándoles tiempo.

Con frecuencia leo en Twitter o Facebook publicaciones de nicaragüenses en las que exclaman que "¡Daniel Ortega y Rosario Murillo deben irse ya!" o "el régimen no tiene futuro" o "ellos saben que se tienen que ir"; y ya no digamos el tragicómico "tienen los días contados", que ha hecho tristemente célebre al (muy pronto "ex") consejero de Seguridad Nacional de Donald Trump, John Bolton.

Leo esas expresiones y me pregunto ¿qué los hace pensar que ese es el destino inevitable? Después de toda la sangre que por orden de Ortega y Murillo se ha derramado en este país, su estrategia es resistir, "capear el temporal", frase que el diccionario define como: "evitar mañosamente compromisos, trabajos o situaciones difíciles".

Curiosamente, temporal, además de tener significado de tormenta fuerte, también es algo "que pasa con el tiempo". Y a eso apuestan Ortega y Murillo.

Veamos las cosas desde su perspectiva, no la nuestra: ellos saben que "algo va a pasar" y que la comunidad internacional tarde o temprano se va a distraer con otro problema más grande en el mundo y los dejarán en paz.

Ortega y Murillo solo quieren poder

Primero debemos entender esas personalidades. Su único objetivo en la vida es tener lo que ellos entienden por "poder". "Mandar", ser temidos y que se haga lo que dicen. Sin eso, sienten que no son nada.

Ese poder puede traducirse en la más grande estupidez, no importa. Ya vimos que iban a hacer un canal interoceánico; y ahora piensan que pueden convertir en una ley funcional un cuento que solo existe en sus cabezas, como es el caso de la Atención Integral a las Víctimas; o hacer lo mismo con un mal poema, como la Ley para una Cultura de Diálogo y blá, blá, blá.

Esa obsesión por el poder es lo que los ha llevado a "pintarse en una esquina". Al haber cometido delitos de lesa humanidad, se han quedado sin salida, pero lo que hay que entender es que no quieren una salida. Y eso es lo que hace una negociación con ellos algo imposible.

Tampoco les interesan las elecciones

Ellos siempre estuvieron claros que no volvían a perder el poder en elecciones. Ya en 2008, cuando el primer fraude electoral con las elecciones municipales, no les importó robarse 40 alcaldías.

En aquel entonces demostraron que no les importaba soltar hordas armadas de machetes dispuestas a descuartizar a cualquiera por 500 córdobas. En aquella ocasión no corrió sangre porque la ciudadanía se resguardó temerosa en sus casas, lo que no pasó 10 años después. Pero tampoco les importó.

El hecho que las encuestas muestren que tienen solo un 18 por ciento de apoyo para las elecciones o que su "gestión" (entre comillas porque no hay tal gestión) tenga un rechazo del 70 por ciento. Ellos no van por los votos. Para hacer obedecer tienen el garrote, y cuando ya no fue suficiente, tienen el plomo.

Ortega y Murillo son ermitaños

A Ortega y Murillo, repito, a ellos dos, las sanciones tampoco les interesan. Son un par de ancianos ermitaños, rara vez salen de sus amuralladas mansiones (que tengan pésimo gusto no quiere decir que no sean mansiones) y cuando lo hacen es solo para exhibirse en absurdas caravanas de más de 20 camionetas y buses llenos de policías.

¿Salir del país? No les quita el sueño. Si cuando salen a Cuba o Venezuela ─desde antes de las sanciones solo allí iban─ regresan el mismo día. Lo que sí parece emocionarles es gastarse cientos de miles en alquilar un airbus solo para ellos. Tal vez creen que es su versión "criolla" del Air Force One.

Además, por muy sancionados que estén, siempre tendrán opciones para negocios y disfrutar sus millones. Pero como dije en el párrafo anterior, esas son las características de ellos dos, no de todo el andamiaje dictatorial.

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Atrincherarse y resistir ¿les funcionará?

Uno puede preguntarse ¿tiene sentido resistir? De nuevo, hay que ver las cosas desde su perspectiva, no desde la que tienen personas comunes que no se desviven por el poder.

Si se atrincheran, hay buenas posibilidades que el temporal pase. En Estados Unidos, por ejemplo, si despiden a John Bolton es muy probable que Donald Trump se olvide que Nicaragua existe. Pero también, y seguramente, en algún lugar del mundo está por estallar una crisis mucho más compleja. Eso no solo distraerá a Washington, sino que a la Unión Europea.

Aspiran a convertirnos en una réplica de Cuba

La oposición interna, como bien dice el análisis del Economist Intelligence Unit sobre Nicaragua, a medida que el tiempo pasa, tiende a debilitarse. Si la situación económica empeora, serán los profesionales y la poca clase media que queda la que saldrá. Eso debilita a la oposición y garantiza ingresos al país mediante remesas. Además, ya en la década de los 80 gobernaron entre ruinas y no les importó.

Ortega y Murillo confían en que pueden tener el destino de Cuba y Fidel Castro: Cuba, como Nicaragua, es un país irrelevante en el plano internacional por el que nadie en el mundo está dispuesto a exponer mucho mientras no provoque mayores problemas allende sus fronteras. Eso le permitió a Fidel morir en su cama cuando le dio la gana.

Si Nicaragua ha llamado la atención en el último año ha sido por la valentía de la resistencia cívica y la brutal represión del régimen. Pero en un país sin derechos y garantías donde la dictadura siempre está bala en boca, la valentía a pecho descubierto no abunda.

¿Esa estrategia les garantiza el éxito?

El éxito de la estrategia depende de qué tan decidida esté la Alianza Cívica. Y con esto no quiero decir que llame a marchas para exponer a la gente. Con esto quiero decir que si ya está clara que después de un año Ortega y Murillo no tienen interés en alcanzar un arreglo y que no pueden seguir dándoles cuerda.

Y como ejemplo se puede usar el mal chiste que llaman ley que acaban de aprobar esta semana. Esa ley, igual que la Ley por una cultura de Diálogo y blá, blá, blá "no se ajusta a los estándares internacionales en materia de verdad, justicia reparación y no repetición” como dijo la CIDH. Ya van dos leyes en cinco meses que no son más que dos malos chistes, no les pueden seguir dando cuerda hasta que "pase algo".

Acá lo que se debe demandar en el tema de Justicia por ejemplo, es una Comisión de la Verdad que investigue todos y cada uno de los crímenes. Pero hay que hacerlo ya, antes que la comunidad internacional vea a otro lado y logren capear el temporal.

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