Monólogo

Transmitir, no prevenir, es la consigna del régimen»

Transmitir, no prevenir, es la consigna del régimen

Foto tomada de Pixabay

Juan Sebastián Chamorro

@Jschamorrog

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Lo que a todos nosotros nos corresponde, como nicaragüenses, es no salir, no ir a clases, no usar transporte colectivo y hacer sólo lo necesario. Hagámoslo por nosotros mismos, por nuestros seres queridos y por el país

Hemos dicho que el régimen ha puesto en marcha un plan de propagación del coronavirus, no de prevención. La entrada de cruceros, las marchas de funcionarios públicos, las ferias, festivales de playas, inauguración de piscinas, caravanas de caponeras, los colegios y universidades abiertas y la apertura de fronteras sólo confirma una política deliberada de permitir que el virus se expanda sin ningún tipo de restricción.

Lo que está haciendo el régimen es equivalente a convocar a una fiesta popular en Pochomil con las alertas de Tsunami sonando bulliciosamente por toda la costa del Pacífico.

Si ya conocemos su plan, conviene preguntarnos: ¿por qué este comportamiento irresponsable y criminal que expone a las personas al peligro?

Algunas de las respuestas pueden ser:

En primer lugar, por la soberbia y el mesianismo típicos de toda dictadura. Tratan de hacer ver a esta pandemia como algo similar a una guerra de agresión. Intentan reunir fuerzas y agruparlas, según ellos, para generar unidad contra el enemigo. Esto está en el manual de todas las dictaduras, con la única diferencia que en esta ocasión no pueden culpar al imperialismo y peor aún, esta sí es una amenaza real que podría matar a mucha gente inocente.

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En segundo lugar, lo económico. El régimen pasa por su peor crisis financiera y esperaba que en 2020 la economía se recuperara y diera aliento a sus menguadas finanzas públicas. Sin embargo, el paro generalizado provocado por la pandemia a nivel mundial, agudizará la crisis que enfrenta la economía nacional desde hace 23 meses. Para minimizar esos costos, es que seguirán tratando, hasta el último minuto de mantener las apariencias de normalidad, promoviendo actividades que generen alguna actividad económica. Interesan más los billetes que la salud del pueblo.

Tercero, desde que inició la pandemia el régimen sabía que no contaba con los recursos para enfrentarla. En el 2018 corrió a más de 400 profesionales de la salud, precisamente por exponer sus vidas, para resguardar a víctimas de la represión en las protestas. Estos recursos humanos, hoy en el desempleo o el exilio son altamente necesarios.

El país tampoco cuenta con recursos técnicos. Por ejemplo, en los 19 hospitales de Nicaragua, hay a lo sumo 120 ventiladores respiratorios. Una cantidad obviamente insuficiente si en el país la propagación del virus mantiene el patrón registrado en el resto del mundo y se cumplen las proyecciones con respecto a la cantidad de casos que se complican. De darse un contagio similar, que ha hecho colapsar los sistemas de salud de países ricos, con mucha más razón en Nicaragua.

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La jornada de ir casa por casa -llevar casos por casa como dijera Manuel Guillén- es simplemente proselitismo político. El movimiento voluntario de brigadistas, que era fuerte en Nicaragua con las jornadas de vacunación y prevención del dengue y otras enfermedades, lo mató la dictadura. El movimiento fue desvirtuado y desarticulado por el clientelismo del FSLN y sus CPC, CLS y demás estructuras. Ya no tienen gente en los barrios.

Por eso no es de sorprender que en la jornada de salud quienes andan son los alcaldes, secretarios políticos departamentales y distritales, funcionarios públicos, CPC, CLS y la infaltable Policía Nacional, esa sancionada que disparó contra los manifestantes. El no contar con gente que les ayude y la politización de las medidas implementadas, así como el contenido político de las charlas, solo terminará polarizando más a la población.

En toda epidemia, el concurso de todos es fundamental para erradicarla. Al ir contra la corriente del mundo y venderle soluciones mágicas a la población, como la historia que tienen una vacuna, sólo confunde a la gente y hace que no se tomen de manera conjunta a nivel de la sociedad las medidas recomendadas, como el aislamiento social.

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Afortunadamente se está viendo que la mayoría de las personas está acatando las recomendaciones de evitar salir y quedarse en casa, así como evitar aglomeraciones, como lo ha recomendado la Conferencia Episcopal de Nicaragua.

La denuncia de la joven, realizada a través de un Facebook Live la noche del sábado 21 de marzo desde el Hospital Alemán, es una muestra de lo mal preparado que estamos. Su situación deja al descubierto que no existen protocolos de atención para las personas que han estado expuestas al coronavirus. La tuvieron ahí 24 horas, en espera de los resultados de la prueba y sin ninguna atención, a pesar de que ella misma decía que presentaba síntomas de “alergia”.

Dejarla ahí sin comida y en el patio del hospital refleja la incapacidad y menosprecio de este régimen por la población. Si así fue el trato con ella, que está relacionada con el segundo caso de hospitalización, ¿cómo atenderán a los contagiados cuando el virus se propague?

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Peor aún fue, hacerla firmar un papel y permitir que se fuera a su casa, eximiendo de responsabilidades al Ministerio de Salud. Eso es una irresponsabilidad que atenta contra la seguridad de esta joven y del resto de la población.

Pareciera que la apuesta que está haciendo el régimen, es que el contagio se dé entre los nicaragüenses. Que desarrollemos los anticuerpos y que no sean muchos los muertos. Es lo único que puede hacer un régimen quebrado, acabado e incapaz de dar la cara. Veremos cómo sale de esta macabra apuesta y esperemos que las consecuencias no las termine pagando el pueblo inocente.

Lo que a todos nosotros nos corresponde, como nicaragüenses, es no salir, no ir a clases, no usar transporte colectivo y hacer sólo lo necesario. Hagámoslo por nosotros mismos, por nuestros seres queridos y por el país.

Texto original en: https://juansebastian.ch/

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