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No se deje arrastrar por la arrobamanía, elija otras opciones

Imagen tomada de Freepik

Inés Izquierdo Miller

@InesIzquierdo6

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No hay necesidad de inventar disparates idiomáticos, como el uso de la arroba o la repetición innecesaria de términos, ya que el español ofrece suficientes formas englobadoras para visibilizar la presencia de la mujer en el idioma.

La semana reflexionamos sobre el sexismo en el lenguaje y la necesidad de usar recursos gramaticales que permitan incluir la presencia de la mujer, muchas personas me han llamado y escrito para pedirme que profundice un poco más sobre el tema, así que vamos a ofrecerles algunos datos interesantes al respecto.

Hay muchas novelas y películas donde se aborda la angustiante situación de las mujeres y su acceso a las universidades. Sin embargo en medio de esa discriminación hacia nosotras, desde la antigüedad muchas mujeres se destacaron por su inteligencia, entre ellas:

  • Hipatia, nacida cerca del año 370 después de Cristo y que fue la primera mujer matemática.
  • Ada Augusta Lovelace (1815), hija del poeta inglés lord Byron, que desarrolló instrucciones para una versión temprana de la computadora.

Nuestros abuelos decían: «Mujer que sabe latín, ni tiene marido ni tiene buen fin». El mensaje de este refrán era claro,  y por eso nos cerraban las puertas al conocimiento. Por ejemplo en México, la Facultad de Medicina, cuyo origen es de 1578, durante más de 250 años no tuvo ninguna mujer inscrita como alumna. Fue hasta la segunda mitad del siglo XIX que la Escuela de Medicina comenzó a cobijar a las pocas alumnas que incursionan en las áreas de la salud.

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LA LUCHA POR EL VOTO

La lucha por el derecho al voto es otra historia, pues no podíamos ejercer ese derecho. Fue la inglesa Mary Wollstonecraft desde 1700; y más tarde en Francia, en 1789, Olympe de Gouge, las pioneras en exigir que se eliminara esta forma de discriminación. La respuesta era que las mujeres debían honrar a su naturaleza: la maternidad, porque no teníamos ni lógica ni fuerza para elegir.

Todo esto ya es historia, llegamos a nuestros días todavía luchando por la incorporación de la mujer a todas las esferas de la vida; y así enmendar la invisibilidad a la que hemos estado sometidas. Es por esto que el lenguaje, como un sistema vivo comenzó a sufrir los embates de las batallas de género.

Con muy buenas intenciones pero sin preocuparse por el deterioro del idioma surgió una serie de «inventos» en el plano del lenguaje escrito; con ellos se pretendía crear formas inclusivas, donde se transparentaran tanto los hombres como las mujeres. En ese contexto aparece como la estrella del momento el símbolo arroba [@].

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LA ARROBAMANÍA

No podemos negar que la arroba se puso de moda. La arrobamanía irrumpió desde la internet. Nunca antes nos había preocupado tanto que este símbolo de una unidad de medida no apareciera en los teclados, se volvió una intrusa.

Porque para tranquilidad de conciencia de quienes luchan por los derechos de la mujer comenzar a escribir profesor@ s, se convirtió en una pequeña batalla ganada al enemigo hombre; pues ya no se cobijaban bajo el manto machista de profesores para incluir tanto a los hombres como a las mujeres.

Entonces el grito se escuchó en el cielo y más allá. Y estoy convencida que no fue por razones sexistas o sociales sino por la lógica científica del estudio de la lengua.

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QUÉ PASA CON LA ARROBA

Para entender la arrobamanía debemos viajar hacia el año 1991. En ese año Ray Tomlinson ─creador del sistema de correo electrónico─ lo usó como una fórmula para separar el identificativo de usuario con el del servidor y lo puso en su primera dirección. Hasta antes de esa decisión el signo estaba casi inutilizado, ya que desde el siglo XX su uso decayó; y tal vez no fue suprimido porque era difícil escribir algo parecido con otra tecla o combinación de caracteres.

Así permaneció en las máquinas de escribir, como una rareza tradicional y llegó a los teclados de las computadoras. Aunque la arroba como tal aparece en 1884, en la 12.ª edición del Diccionario de la lengua castellana, de la Real Academia Española, irrumpió desde antes. En el Diccionario de Autoridades de 1726, dice que proviene del árabe «rebea», una medida de peso que significa la cuarta parte de un quintal, veinticinco libras.

Como el clamor contra la pobre @ en su labor de reivindicación social de las mujeres fue tan criticado, al final la internet ganó la batalla y se apropió de ella. Entonces aparecieron otras soluciones, esta vez maridadas con las repeticiones innecesarias.

QUÉ DICE LA RAE

Comenzó la letanía de niños y niñastrabajadores y trabajadoras. Cada vez los textos se hicieron más largos y repetitivos y claro está, más aburridos. Es que luce tan mal esa reiteración, que según manifiestan los que la emplean, es para rescatar la presencia de las mujeres en el idioma.

Sin embargo hay instituciones que recomiendan, en vez de esa reiteración simplista, usar formas más englobadoras que incluyan tanto a los hombres como a las mujeres. En vez de decir «los hombres y mujeres del mundo» digamos «el género humano» o «la humanidad»; en vez de «niños y niñas» digamos «la niñez». Creo que es más elegante y cumple el objetivo de no exaltar la figura masculina e invisibilizar a la femenina.

Al respecto el Diccionario Panhispánico de Dudas  señala que:  “Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo. A esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en Día del niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño”.

¿MALAS INTERPRETACIONES?

En una ocasión me llegó un mensaje donde la Asociación Hispanoamericana de Mujeres se quejaba del carácter machista de la lengua castellana. Algunos ejemplos casi chistosos nos pusieron a pensar un poco en el asunto; si mal no recuerdo, entre otros ejemplos mencionaban éstos:

  • zorro: espadachín, justiciero                    zorra: puta
  • perro: mejor amigo del hombre               perra: puta
  • aventurero: valiente, arriesgado, hombre de mundo.      aventurera: puta
  • cualquier: fulanito, mengano, zutano                  cualquiera: puta
  • hombre público: personaje prominente.       mujer pública: puta

Al revisar el diccionario no es así exactamente. Porque un cualquiera una cualquiera es una persona de poca importancia o indigna de consideración, y la acepción de prostituta no está registrada. Lo mismo sucede con callejero, perro, etc. La RAE recoge los usos cuando están arraigados; y recomienda que dentro de lo socialmente posible se favorezca el uso de formas femeninas para los nombres de profesión o actividades ejercidas por mujeres.

No hay necesidad de inventar, la lengua ofrece suficientes opciones

No hay necesidad de inventar disparates idiomáticos, conozco algunos machistas que se pasan la vida usando la arroba. Al final de cuentas hemos aprendido latín, logrado buenos maridos y un buen fin, a pesar de la inocente arroba.

Cuando pienso en nuestra lengua materna me la represento como una augusta dama que flamea aún con dignidad su estandarte, pese a los destrozos que tenga. Especialmente los medios de comunicación deben tener mucho cuidado a la hora de utilizar los términos que se ponen de moda.

La arroba, por ejemplo, se ha convertido en una suerte de transexual, un comodín que quieren imponer algunos. Es como los salones de belleza unisex; con la vital diferencia que al final no sabemos si nos cortó el cabello un cuarto de hombre o 25 libras de mujer.

Siempre he pensado que así como los árboles para verse hermosos necesitan una buena poda, abono y control de plagas; de ese mismo modo nuestro idioma necesita buenos jardineros que sepan dónde y cómo podar, cómo injertar y sobre todo destruir las plagas. Solo de esa manera podremos seguir disfrutando de ese hermoso tronco donde nos cobijamos todos los hispanos: la lengua española.

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