Monólogo

Con una estrategia equivocada, la vacunación no reducirá las muertes en el corto plazo»

Con una estrategia equivocada, la vacunación no reducirá las muertes en el corto plazo

Jornada de vacunación contra la Covid-19, realizada en el Hospital Monte España, Managua. Foto tomada del portal oficial El 19 Digital

Alfonso Rosales

@alfonso76657962

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Al diseñar sus estrategias de vacunación, los países deben priorizar a los que corren más riesgo de padecer formas graves de Covid-19 y morir, es decir a los adultos mayores y personas con enfermedades crónicas

En la carrera por vacunar a sus respectivas poblaciones y protegerlas contra la Covid-19, al diseñar su estrategia de vacunación muchos países no ha tomado en cuenta la disponibilidad de las vacunas; tampoco su efecto sobre las poblaciones con mayor riesgo, es decir la población de la tercera edad y personas con enfermedades crónicas.

En muchas ocasiones, hemos observado que algunas decisiones relacionadas con este tema priorizan intentos políticos y electorales en detrimento de la salud pública.  Una de las preguntas a priorizar al diseñar estrategias de vacunación debe ser: ¿cuál es el objetivo de la estrategia? Hay que decidir si es disminuir la transmisión o disminuir el impacto sobre la mortalidad, o si la meta es conseguir ambos objetivos.

El autor también escribió: Agencia Europea de Medicamentos vincula a la vacuna de AstraZeneca con la trombosis»

La siguiente pregunta fundamental es: ¿cuál es la capacidad del sistema para distribuir la vacuna? Lo cual indudablemente, incorpora la disponibilidad del biológico o vacuna. Los especialistas en vacunación saben que si la disponibilidad de la vacuna es alta, la mejor estrategia se concentra en vacunar a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible, e incluir ambos objetivos, transmisión y mortalidad.

Sin embargo, esta estrategia no es viable cuando la disponibilidad, como en el caso de las vacunas contra la Covid-19 esta seriamente limitada. En este caso, la estrategia es completamente diferente.

Impacto mayor en la mortalidad

Cuando la disponibilidad de la vacuna es escasa, la prioridad de la estrategia tiene que focalizarse en tener el impacto mas grande; y en el menor tiempo posible en la mortalidad causada por la enfermedad.

En el caso especifico de la Covid-19 todos los reportes científicos han subrayado que las personas mayores de 60 años; y las personas con factores de riesgo como la diabetes, obesidad e hipertensión; tienen 95 por ciento más de riesgo de enfermedad severa y muerte, que los grupos etarios más jóvenes y sin enfermedades concomitantes.

Por ello, las recomendaciones de agencias como el Centro para el Control de las Enfermedades (CDC por su sigla en inglés) de los Estados Unidos; así como la Organización Mundial de la Salud (OMS/OPS), siempre han estado alineadas con la priorización de estos grupos de alto riesgo. Por supuesto, paralelamente se recomienda que los trabajadores de salud de primera línea (y solo de primera línea) también sean priorizados.

"Se necesitan 11 billones de dosis para poder vacunar a la población mundial contra la Covid-19. Hasta el 14 de abril de 2021, se han producido 1 billón de dosis; y se han vendido por adelantado 8.2 billones de dosis".

Alfonso Rosales, médico epidemiólogo

Pocas vacunas para los países pobres

De todas estas dosis puestas a la venta, el 70 por ciento, es decir 6 billones de dosis, han sido compradas por los países ricos. Solamente 2.2 billones han sido adquiridas por los países pobres; 1.1 billones de estas dosis han sido adquiridas por el mecanismo COVAX para donarlas a los países pobres.

Así ha sido la distribución de las vacunas, pese a que los países ricos solo representan el 20 por ciento de la población mundial; mientras que los países pobres representan el 80 por ciento de la población mundial.

Otro escrito de este autor: El electroshock: ¿tratamiento o tortura?»

Con estos numeritos (ojalá Humberto V. no me llame HD..), concluimos que países pobres como El Salvador y otros, tendrán serios problemas para adquirir la vacuna. Eso ya lo estamos comprobando, con todo y la diplomacia en salud de China y Rusia, las vacunas nos están viniendo a “gota lenta”.

El miércoles 14 de abril, Italia informó de otras 627 víctimas del virus, la mayor cifra diaria de fallecimientos desde principios de enero. Así están las cosas, pese a que ese país ha vacunado al 20 por ciento de su población; con una distribución de casi 12 millones de dosis.

El ejemplo de la vacunación en Italia

Existen un par de razones que podrían explicar este fenómeno; pero algunos científicos y analistas de datos dicen que la campaña de vacunación de Italia también merece ser culpada. Quienes sostienen esa afirmación, consideran que el país ha estado vacunando a demasiadas personas equivocadas; dando demasiada prioridad a los trabajadores jóvenes y dejando vulnerables a los ancianos.

"Las cosas no se han hecho adecuadamente en los últimos tres meses; eso está claro", dijo Sergio Abrignani, inmunólogo y nuevo miembro de un comité científico que asesora al gobierno. "Sino fuera así, no tendríamos 300 o 400 muertes diarias, como ahora", agregó.

La situación de Italia tiene lecciones para otros países que se enfrentan a sus propias decisiones difíciles, sobre a quién dar prioridad con un suministro limitado de vacunas.

Si el objetivo principal es evitar muertes, la conclusión de Italia parece ser: Una vez que se haya vacunado al personal de salud de primera línea, hay que seguir administrando dosis a los mayores; y ser muy selectivo en cuanto a los trabajadores más jóvenes que puedan ser elegibles.

Evidentemente los países centroamericanos ─con excepción de Costa Rica que ha distribuido el 90 por ciento de sus vacunas entre personas de mayor edad─ deberían de tener en cuenta la lección italiana.

De lo contrario si priorizan a la población joven; por ejemplo a miembros del ejército y policía, no contaran con dosis suficientes para proteger en el corto plazo a su población de mayor riesgo de enfermedad severa y muerte. Una estrategia de vacunación que prioriza el elemento político sobre la salud pública tendrá consecuencias graves.

*El autor es médico epidemiólogo, salvadoreño radicado en Estados Unidos

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