Monólogo

Carta a los nicaragüenses»

Carta a los nicaragüenses

Pese a que los templos católicos permanecían cerrados, en un acto de irresponsabilidad, alcaldes afines al régimen Ortega-Murillo promovieron algunas de las tradiciones religiosas propias de la Semana Santa, entre ellas la Judea de Masatepe. Foto tomada de El 19 Digital

Juan Sebastián Chamorro

@Jschamorrog

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Al pueblo de Nicaragua:

Me dirijo a todos los nicaragüenses, porque la humanidad en su conjunto sufre una grave pandemia provocada por el coronavirus. El covid-19 ya afecta a Nicaragua y lo dañará más, si el régimen sigue sin tomar decisiones para combatir al virus.

Según la Universidad Johns Hopkins, al 13 de abril en Centroamérica el coronavirus ha contagiado a cuatro mil doscientas personas. Y ciento trece han muerto por la enfermedad. En Nicaragua las autoridades sólo reportan un ínfimo número de casos confirmados, entre otras cosas, porque no están haciendo test de control ni estudios epidemiológicos, o porque han decidido ocultar la información.

El hermetismo y la falta de transparencia con que el régimen está manejando la pandemia es una irresponsabilidad. Y al impulsar medidas contrarias a las recomendadas por las autoridades sanitarias internacionales, está derivando en un proceder insensato y criminal.

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Además, es especialmente grave que en esta crisis Ortega sea el gran ausente. Permanece encerrado y confinado en su bunker desde hace más de un mes, mientras su inexistente toma de decisiones, pone en grave riesgo la vida de muchas personas en nuestra nación y el resto de la región centroamericana.

Ante la inacción y la falta de información por parte de las autoridades, los nicaragüenses hemos tomado la iniciativa. Muchos profesionales de la medicina ofrecen consultas gratuitas. Asumiendo la reducción de sus ingresos, pequeños y medianos comercios, están adoptando medidas de autoprotección para sus colaboradores y clientes. Y las grandes empresas empiezan a definir estrategias para adaptarse al nuevo contexto.

Se estima que habrá pérdidas económicas, adicionales a las derivadas de la crisis sociopolítica que enfrenta el país desde 2018. La agudización de la crisis económica y el desempleo, agravarán la desigualdad y las necesidades básicas de una gran parte de la población.

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Si a pesar de la inacción e indolencia del régimen se logran salvar vidas durante la pandemia, será gracias a la iniciativa autoconvocada de la población.

Los nicaragüenses debemos felicitarnos por demostrar ser un pueblo inteligente y solidario que está enfrentando simultáneamente una pandemia y un gobierno ausente e irresponsable cuyas decisiones aumentan los riesgos a su salud y la vida. En particular debemos de felicitarnos por el aislamiento para protegernos durante la Semana Santa. Esta medida estará ayudando a reducir la curva de contagio.

Es cierto que no debemos ser alarmistas, ni generar pánico. Pero tenemos que ser responsables y estar a la altura de las necesidades para enfrentar esta pandemia. La lucha contra el covid-19 es global y en todo el mundo tiene dos caminos: las decisiones gubernamentales de contención sanitaria y la protección individual de cada ciudadano.

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Hago un llamado urgente a todas la organizaciones cívicas, movimientos sociales, partidos políticos de oposición y personalidades, para que juntos exijamos al régimen que asuma sus obligaciones y adopte las medidas sugeridas por organismos sanitarios internacionales para proteger a la población.

Es importante instaurar una red de apoyo y solidaridad, como la propuesta por Monseñor Álvarez, para brindar el respaldo sanitario, económico o alimentario, que requieran las personas más vulnerables. Debemos estar a la altura de este momento histórico y no olvidar que solo unidos podremos vencer al virus y afrontar el futuro.

Es necesario adoptar medidas de contención sanitaria: cancelar eventos públicos masivos; suspender indefinidamente la enseñanza presencial en colegios y universidades; y limitar las actividades de ocio y la producción industrial no esencial; y otras medidas que garanticen la seguridad de los y las trabajadoras. También restringir la movilidad y la circulación. Y cuando sea necesario, decretar el confinamiento general obligatorio.

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Es vital que el régimen reoriente prioridades y recursos para proceder al acopio de material hospitalario: mascarillas, guantes, ventiladores, test rápidos, pruebas PCR y otros. Debe movilizar a todo el personal sanitario y adecuar infraestructuras para garantizar el máximo nivel de atención del sistema de salud pública a toda la población.

Estas medidas deben ser complementadas por otras que ayuden a garantizar el abastecimiento de los servicios básicos como agua y luz a los grupos más vulnerables. Se debe suspender el pago de los mismos por al menos tres meses, así como prohibir la desconexión de dichos servicios. Se va a ser necesaria la entrega de paquetes de alimentos.

La vida y la salud de los nicaragüenses deben ser nuestra prioridad común. Pero también debemos atender la economía y tratar de contrarrestar los efectos de la crisis global que se avecina. En este sentido, es clave brindar apoyo a las empresas y asegurar la protección social de los trabajadores y trabajadoras, impulsando una política para hacer frente al desempleo, tratando de minimizarlo. También se debe garantizar la flexibilidad para el comercio y las exportaciones seguras.

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Además, esta crisis y sus terribles consecuencias, no pueden ser excusa para limitar, aún más, las casi inexistentes libertades ciudadanas de los opositores. Debemos exigir que en cada una de las acciones que se implementen durante esta emergencia, se respeten los derechos humanos y las garantías jurídicas de los ciudadanos. En este sentido, la liberación plena de todos los presos políticos, es una reivindicación humanitaria justa y también una medida de salud necesaria.

Si el régimen no atiende a nuestro llamado ni admite nuestras razones, le pido que escuche las de la Organización Mundial de la Salud. Pero si a pesar de todo, mantiene su inacción, animo al pueblo nicaragüense a que unido, adopte y amplíe todas las medidas posibles para su autoprotección.

Ya habrá tiempo para pedir cuentas a las autoridades. Por las decisiones que no tomaron antes de la detección de los primeros casos y por las que no adopten a lo inmediato, si ignoran este llamado.

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Los próximos meses serán muy complejos. Desconocemos lo que vendrá para Nicaragua, pero sabemos que para evitar la aceleración del contagio, debemos cuidarnos entre todos. El coronavirus no conoce fronteras, ni distingue entre territorios, ni entre personas ricas o pobres. Protejamos de manera especial a los más vulnerables, que son los adultos mayores, los enfermos crónicos y los niños y niñas. Evitemos el contagio reduciendo al máximo el contacto social, movilizándonos menos y adoptando las medidas de higiene y prevención.

Esta crisis evidenciará aún más: la debilidad de nuestro sistema de salud; los obstáculos que aún enfrentan muchas comunidades para acceder a los servicios de agua y saneamiento; la limitada capacidad logística para acceder a mercados de suministros; y el limitado acceso al crédito y al financiamiento.

Esta pandemia cambiará muchas cosas en el mundo y también en Nicaragua. Y esta crisis la podemos transformar en una oportunidad, para superar nuestras carencias estructurales y desarrollar una estrategia de país que incorpore los retos del desarrollo sostenible a mediano y largo plazo. Para que en el futuro, otras amenazas sanitarias o de otro tipo, no nos vuelvan a golpear tan duramente.

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Tampoco podemos aplazar la lucha contra la pobreza y la desigualdad latente en nuestra sociedad. Esta crisis, tiene que ser también una oportunidad para dar paso a una nueva etapa, con una economía competitiva y un crecimiento económico sostenible e inclusivo.

Los invito también a apostar por una Nicaragua mejor, con un sólido sistema de servicios públicos esenciales, que lleguen a todos los rincones del país. Y en la que finalmente se concreten los anhelos de libertad, justicia y democracia, que impulsaron la rebelión de abril de 2018 y que hoy más que nunca continúan vigentes.

Sé que con la responsabilidad que amerita esta crisis, muchos nicaragüenses se sumaran a este llamado. Sé que la fortaleza que nos caracteriza nos impulsará a cuidarnos y que unidos superaremos esta emergencia. No podemos dejar a nadie atrás, ni perder la oportunidad de caminar juntos hacia una Nicaragua mejor. Desde ya debemos prometer que pondremos toda nuestra energía, compromiso y voluntad para concretar su construcción. Lograrlo depende de cada uno de los nicaragüenses.

Texto original en el blog: https://juansebastian.ch/

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